martes, 13 de febrero de 2007

CAPÍTULO 18 Mira que he acampado veces...

No tengo ni idea de cuantas veces en mi vida habré ido de acampada. Nos gustan las acampadas. Es increíble la cantidad de anécdotas que han surgido a raíz de las mismas, tantas, que como nuestro amigo O'shea afirma, hay quien nos las cuenta sin haber estado allí. Pero nosotros estuvimos allí.

Ya han pasado 18 años y seguimos contando a todo el mundo las mismas batallitas. Incluso aquí las hemos contado. Pero es que yo, sigo teniendo dificultades para decir men and women después de aquel brillante: mans and womans. Por otra parte manera más lógica que la que adoptaron estos angloparlantes.
Dentro de una semana o dos tendré historias más actuales que contar. ¿Un adelanto?:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, solo los de la primera foto podemos decir que estuvimos allí. Es más... muchos nacimos allí. Hubo muchas , pero aquella fué "LA ACAMPADA". Subimos en globo, jugamos al beisbol, tocamos tambores, nos atacaron de noche personajes misteriosos, escapamos de impresionantes explosiones .... El espíritu de La Estrada sigue vivo !!!!

Anónimo dijo...

Bueno, bueno Luis tengo que decirtelo. Se ha caido un mito. No tengo mas remedio que decirtelo. ¿Pero que clase de mariconada de acampada es esa? Como seguramente suscribira nuestro camarada Rafael, una acampada donde hay mujeres no se puede definir como tal. Como mucho podras llamarle encuentro intersexos en el monte pero ACAMPADA?????? Acampar es un acto de afirmacion masculina. Monte, dias enteros sin ver agua ni para beber, seres rudos encerrados en una tienda donde el fabricante dice que entran dos personas pero como tu y yo sabemos entran por lo menos cinco (todos es cuestion de irse alternando pies y cabezas como las sardinas), olores que se quedaran grabados para siempre (en toda acampada que se precio siempre hay bombardeos nocturnos y exhibiciones de tracas culeras).
Pero en fin, si a eso que nos muestras quieres llamrle acampada, pues vale. Al menos le meterias mano por lo menos a dos, porque sino.......

JAVIER SOBRINO dijo...

Lo confieso: a mi no me gustan las acampadas. En el mundo tiene que haber de todo, ¿no?; pues yo soy de esa otra clase de personas, y no me avergüenzo. Un hotelito, con calefacción en invierno, aire fresquito en verano, duchita con jabones de colores, TV con canales en los que no se entiende ná, servicio de habitaciones,... La verdad es que no he conjugado demasiadas veces el verbo acampar. Recuerdo una vez en el Galiñeiro... debió ser en 1986 o así. A pesar de la niebla y el frío lo pasamos genial, pero aún tengo náuseas al recordar los efectos del Visocao, genuino ColaCao de todo a cien que causó estragos entre todos (donde esté el Nesquick, que se quiten los sucedáneos).
Pero bueno... después de ver la foto de los zancos de gallina que has añadido a tu capítulo 18, tal vez me piense eso de volver al Visocao.
Por cierto: ponte las pilas, o corres el riesgo de terminar por olvidarte de que tienes abierta una ventana para que tus amigos compartamos tus aventuras. Imperdonable: primera vez que te olvidas de Angus! Algo está cambiando...

Anónimo dijo...

¿Jabones de colores? ¿Nesquick? ¿Hotelito con aire fresquito en verano? ... ¿Pero qué clase de pseudomachos tienen acceso a este blog? Por Dios, Luis, ¡¡¡exige unos mínimos para el acceso!!!
La Estrada fue de cagarse (en Coruña, por cierto). Bebimos todo lo bebible, fumamos todo lo fumable, hasta el punto de vernos en la obligación de desayunar anchoas con leche entera al agotarse el resto de los víveres (ya no recuerdo si las galletas campurrianas nos las comimos o nos las fumamos). Y después hay quien se queja del magnífico Visocao... Hay que joderse.
Pues sí. Todo muy emotivo y francamente enternecedor, pero... ¡¡¡¿¿¿dónde carajo están las tetas que exigimos gran parte de los bloggers en el capítulo anterior???!!! ¿A qué estás jugando, so sarasa?