CAPÍTULO 86 Llega el otoño, cambiamos la hora
Al leer el nuevo capítulo del blog de mi amigo Rafa, “Oceanía directo”, he recordado algo que he comentado alguna vez a muchas personas. –Me vuelvo a Australia, cuando regrese a España será mi quinto verano consecutivo-. Y ahí me reía: -Je, je-
Estúpido de mí. Hemos tenido que esperar a que llegase el otoño, que aquí comienza el uno de marzo (si vamos al revés, vamos al revés), para ver el mayor número de días de sol consecutivos.
Y a pesar de que hace calor, de que vemos mucho el sol, desde finales del mes de febrero, los seres más respetados de esta tierra, los árboles, comenzaron a teñir de amarillo las hojas que no han dejado de caer desde entonces.
Desconozco el porcentaje de árboles caducos en el total de árboles de Sydney, pero hay tantos que parece que se hayan venido a vivir todos a Sydney. De tal número de productores de hojas solo se puede obtener un enorme montón de hojas cada día. Y les caen en las fincas. Y tienen que quitarlas. Y todos tienen esas máquinas automáticas sopladoras. Y todos las “barren” hasta la finca de al lado. Nadie protesta. Nadie las recoge en sacos. Pero desaparecen. Yo creo que se las comen las arañas gigantes, pero (aun) no lo puedo demostrar.
Otra cosa curiosa que llega con la primavera o con el otoño, dependiendo de la parte del mundo en la que vivas, es el famoso cambio de hora. Nunca me había gustado este cambio hasta hoy a media tarde.
He estado llamando a empresas de todos los estados durante todo el día, - good afternoon, my name is lu-is (he renunciado a que entiendan el mío), and i’m calling on behalf…- una amiga nos ha pedido que le echemos una mano haciendo estas llamadas, a mi me sirve para soltarme en inglés, y confirmar que mis hijos aprenderán inglés de bebés (de mayor es muy difícil). Bueno, y nos paga. La cuestión es que el trabajo no lo podremos terminar hasta mañana por la mañana, así que estábamos dispuestos a ir a primera hora hasta que hemos caído en que las diferencias horarias de esta isla enorme son de hasta tres horas. Si aquí en Sydney ya no encuentras a nadie sentado en su sitio hasta las nueve de la mañana, imposible que en otros estados comiencen a las cinco o seis de la mañana con el trabajo de oficina.
El caso es que, hablando con otra amiga que trabaja en esta misma oficina en la que hemos estado trabajando hoy, cuando le comenté que el sábado tocaba cambiar la hora, me dijo que de eso nada, eso es en algunos estados, en el nuestro, NSW (New South Wales), no se cambia hasta el día seis de abril. Con un par. Y me enseñó la página web en la que lo descubrió. Desde ese momento en que entramos en esa página es desde cuando me gusta lo del cambio horario. Sabía, y ya lo he comentado en alcolito, que en Adelaida tienen media hora de diferencia con Sydney. Pero gracias a intentar confirmar cuando se tenía que cambiar la hora, gracias a eso he descubierto a los verdaderos reyes del mambo, -jódete Chávez, ya no eres el más excéntrico-. Mis nuevos ídolos son los de EUCLA ¡Una hora y cuarto! ¡VIVA EUCLA! Esta hora no es oficial. Todavía. Pero si ya la han colado en alguna página seria como esta… ¿para cuando la independencia?